Siempre me acuerdo cuando nació mi hermana. Yo estaba en la casa de mi abuela, porque mi papá estaba acompañando a mi mamá. Sonó el teléfono una mañana y atendí. Era mi papá, que me avisaba que ya había nacido Uma, y que había salido todo bien. Nunca me había sentido tan feliz, fui corriendo a buscar a mi abuela y la abrasé. Y le dije que había nacido mi hermanita.
Es mi persona favorita, la que más me hace reír y a veces también la que más me hace enojar. Para mí ella siempre fue mi hermanita, una niña curiosa que nunca iba a dejar de ser eso: una niña. Pero últimamente está cambiando. De repente ya no quiere tener juguetes en su habitación, le llama la atención el maquillaje, quiere ponerse la misma ropa que me gusta a mí. Y yo me enojo, porque es chiquita, porque eso me gusta a mí, que soy grande. De un día para el otro ya no es la misma niña inquieta, sin filtro, que quiere jugar todo el tiempo. Y esto recién empieza. Algunas cosas todavía no se fueron, y espero que nunca lo hagan. Todavía hace mil preguntas, es impaciente, creativa y cariñosa.
Ella es Uma, tiene 11 años, y es mi persona favorita en el mundo.
Comentarios
Publicar un comentario